martes, 2 de octubre de 2012

Miles de veces...

Miles de veces, desee poder cambiar todo. Pero como aprendí a base de errores, que nada puedes cambiar. Que no podrás y que no te dejaran tampoco. Que vivirás con ellos sin poder demostrar lo suficientemente que te han dañado, la gente menospreciara las heridas causadas que tienes clavadas al rojo vivo en tu piel, sin poder borrarlas de tu envoltura, aunque los demás estén ciegos y no las vean y viceversa.

Esta entrada va dedica... a nadie. Realmente, va dedicada a nuestras debilidades y suplicios que tenemos que conllevar día a día. Aguantándonos, las ganas de explotar y dañar a la gente, sin importarnos la destrucción causa tras nuestro paso, sin importarnos realmente las consecuencias de nuestros actos y sin importarnos verdaderamente nada...